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martes, 9 de abril de 2013

COSÌ FAN TOTTA

Portugal o no Portugal; o Chipre, o Irlanda; o Grecia... ¿Qué más da?  Siempre habrá sitio para que un indigente pueda entrar en una sucursal bancaria a pasar la noche, incluso en la misma que le arrebató su vivienda por cometer el caprichoso pecado de perder su empleo.  La vida es irónica y siempre nos brinda misiones absurdas, pero las de la Banca nunca lo fueron: la usura tiene más años que la Biblia.  Y si el siglo XX desarrolló al máximo toda la artesanía de la muerte, parece que el XXI va a desarrollar al máximo todo el potencial de la miseria.  Hasta la Iglesia se ha dado cuenta, que nos ha puesto un Papa que se proyecta ya hacia los pobres.  Si hay algo posible siempre existe una manera de conseguirlo: bien lo sabe el Sistema Todopoderoso y Omnipotente.  Igual que el mar no conoce otras orillas que las que toca, la ambición no reconoce otros límites que los que su ansia abarca.
Decía Chateaubriand que al contemplar las ruinas -se refería al Foro de Roma- sientes un estremecimiento, como si se presentase ante tus ojos todo el esplendor de un tiempo que jamás viviste pero que a la vez es tu verdadero tiempo.  Pues bien, cuando contemplas una imagen como la que me ofreces, querido amigo Andreu, que es la imagen de las ruinas de toda una sociedad amoral y jactanciosa que ha violentado las más mínimas normas de convivencia y que se regodea en su violación como un cerdo en su propia mierda, siente uno el mismo estremecimiento que el romántico autor francés... sólo que uno se pregunta si el indigente, en su anterior vida cuando tenía techo, no tuvo por trabajo la tasación de pisos, la venta de productos bancarios, la firma a contrapelo de contratos leoninos arrancada a los clientes más ancianos, vetustos, ignorantes o ambiciosos...  Se pregunta uno, amigo mío, si Saturno, cuando devoró a sus hijos no se estaba devorando a sí mismo sin darse cuenta y si esa enorme tenia intestinal que se ha comido las tripas de nuestro futuro, los entresijos del próximo amanecer, en lugar de estarse relamiendo de gusto no estará pensando en que ya ha llegado al límite máximo de su propia orilla.  El indigente, por su parte, pensará que el banco es rescatado y que él está arruinado para siempre (aun a pesar de haber sido, quizás, el director de esa misma sucursal en otra vida, ya tan lejana).  Da igual el nombre del Banco: così fan tutte o così fan Totta, tanto monta...

FOTOGRAFÍA: Santiago Andreu
(en esta sección, Santiago Andreu -fotógrafo- y Francisco Gijón establecen una correspondencia artística en la que fotografías y textos se contestan creando un diálogo contractual de impresiones plásticas)

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