VISITAS HASTA HOY:

domingo, 11 de agosto de 2013

A LOLA, IN MEMORIAM

En algún momento de nuestras vidas el Destino es un azar que se convierte en propósito. El último día que hablé con Lola fue en el acto de clausura de la Mar de Letras, en Mr. Witt.  Se acercó a la mesa donde estábamos y la tomé de la mano para darle la enhorabuena por lo magníficamente bien que había salido el curso de verano.
-Este año os habéis superado, Lola. A ver qué hacéis para el siguiente.
Ella sonrió, como siempre, cuándo no, y entró en animada conversación relatándonos su último viaje por el Perú (el curso de verano que se cerraba había versado sobre la literatura del país andino) y contándonos divertidas anécdotas entre risas incontenibles.  Era evidente que tras un año de duro trabajo en la Universidad y como organizadora de la Mar de Letras, su mente no pensaba ya en otra cosa que en las benditas y merecidas vacaciones.
Nos contó el proyectado viaje a Kenya, lo difícil que había resultado conseguir una buena oferta y lo muchísimo que le ilusionaba, máxime porque el año anterior el curso que nos había organizado había girado en torno a la literatura africana, la cultura negra y la negritud (apasionante). Celebramos las magníficas perspectivas de la aventura que afrontaba. Yo le dije que me daba mucha envidia, que también tenía muchas ganas de visitar aquel país y recuperar mi antigua costumbre de hacer viajes exóticos por paraísos lejanos.
Los planes de Lola concluían en la Toscana, donde le aguardaba un alojamiento rural para cerrar el verano y rematar las vacaciones en el incomparable y romántico marco de la campiña italiana.
Lola estaba feliz, contenta, eufórica. La vida le sonreía. Nos contó que en el próximo curso por fin iba a poder impartir cultura clásica, aquéllo por lo que tanto había luchado durante toda su vida.  Sentada a nuestra mesa había una persona, amiga suya desde hacía 35 años, que conocía muchos detalles de la vida de Lola y que entendía mejor que ninguno de nosotros el triunfo que para ella significaba poder impartir esa asignatura en torno a la cual habían girado ímprobos esfuerzos durante lustros.
La vida es irónica. La vida es perversa. La vida juega a jugar con las personas.
La ciudad de Cartagena ha perdido a Lola Fernández Moreno. Murió en un accidente de tráfico en algún lugar relativamante cercano a Nairobi mientras estaba de vacaciones.  Unas vacaciones que se había ganado a pulso toda su vida.  Ayer escribí entre lágrimas en mi muro de Facebook que se me clavaba en el alma un calambre insoportable. Fue un día horrible y amargo para todos los que la conocíamos y nos desayunamos con la noticia de su pérdida incontestable e irreparable.  No nos lo queríamos creer, no sabíamos reaccionar.  También decía en el muro que me quedaba con su dulzura, su encanto personal, su amabilidad, su capacidad de superación, su bondad y todas las infinitas cualidades que adornaron y perfumaron su alma de mujer buena.  La sensación de orfandad hoy,  un día más tarde, sigue siendo insoportable. El mundo cultural de Cartagena ha perdido un referente, un bastión, un pilar insustituible. Pero es que además hemos perdido a una persona inmensa y a una gran amiga. Lola era toda ella un corazón calzado y vestido de sonrisa y musicalizado con una voz dulce y cálida, que era la banda sonora que rodeaba su presencia allá por donde fuese. 
Es tan raro que existan en la vida personas como Lola como que de repente desaparezcan de este mundo.  
Su luz fue intensa e iluminó a muchos. Ahora se ha apagado para siempre. Pero su brillo permanecerá en nuestros corazones mientras uno sólo de quienes la conocimos siga sobreviviendo a esos azares del Destino que de vez en cuando, alevosamente, se convierten en propósitos. 
Descansa en Paz, querida.