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sábado, 12 de septiembre de 2015

INGENIERÍA INVERSA DE AERONAVES ALIENÍGENAS EN EL ÁREA 51 (PRIMERA PARTE)

En octubre de 1997, la División de Tecnología Extranjera de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos desclasificó los documentos reservados que prueban, efectivamente, qué ocurrió. La CIA hizo lo propio en marzo del 2000 y ya no quedan más dudas al respecto. Por lo tanto, y consultados los documentos, podemos concluir qué sucedió y contar cuándo, cómo, de qué forma y por qué.
Pero primero hagamos un inciso semántico y otro filológico. Cuando Giovanni Schiaparelli anunció a finales del siglo XIX que "había observado canalli en Marte", una mala traducción de la palabra en cursiva produjo una de las mayores confusiones que se recuerdan. Canalli no significa "canales", sino "surcos". La diferencia entre ambas palabras es obvia: los primeros implican una ejecución inteligente y los segundos no. Lo mismo ocurre con la palabra inglesa Alien, que todos asignamos automáticamente a extraterrestre o convertimos en neologismo como alienígena, con las connotaciones que todos sabemos. Este tipo de traducciones equívocas son debidas a los llamados "falsos amigos", es decir, palabras que por su similitud semántica acaban siendo malinterpretadas o, simplemente, mal traducidas. En inglés, alien viene a querer decir extranjero o ajeno al lugar. De ese significante toma uno de sus significados más conocidos: extraterrestre... si bien se nos olvida con frecuencia que no es el único. De hecho, el título de la película Alien, el octavo pasajero no implicaba necesariamente que ese pasajero número 8 fuese extraterrestre (aunque luego lo era) sino que al no formar parte de la tripulación, era un polizón.
Una labor de ingeniería conlleva aplicar conocimientos científicos y técnicos para crear una integridad hecha de partes. La ingeniería inversa consistiría en coger un modelo ya desarrollado con el propósito de aprender cómo fue construido. A pesar de la ingente cantidad de disparatadas teorías conspiranoicas relativas a la práctica de trabajos de ingeniería inversa en el Área 51 con aeronaves alienígenas, por una vez podemos decir que estas actividades sí que tuvieron lugar. Solamente hay que desmitificar la traducción de la palabra "alienígena" para enfrentarse a la divertida, interesante y trascendente realidad.
Todo comenzó un lejano día de 1963 muy lejos de Roswell, en Israel, cuando Meir Amit se convirtió en jefe del Mossad y se reunió con la plana mayor de la fuerza aérea de su país y les preguntó cuál sería para ellos la mayor contribución que su gabinete podría hacer a la seguridad nacional. La respuesta fue corta, clara, sencilla y unánime: "Tráiganos un MiG"...
En una tórrida mañana de agosto de 1966, el coronel de la Fuerza Aérea iraquí Munir Redfa se subió a su MiG-21 en una base aérea al sur del país y voló hacia Bagdad. Durante el vuelo, Redfa hizo un viraje repentino hacia el oeste y comenzó a acelerar en dirección a Jordania. Desde la base le notificaron que se estaba desviando de su ruta; incluso le dijeron que volviese de inmediato. Pero, en lugar de hacerlo, Redfa comenzó a volar en zigzag. Al percatarse de que se trataba de una maniobra evasiva, un comandante de la fuerza aérea iraquí advirtió a su subordinado que si no regresaba sería derribado. Sin embargo, desafiando las órdenes, Redfa apagó la radio y descendió a ras de suelo para evitar que los radares lo detectasen (en algunos momentos llegó a volar a 15 metros del suelo). Cuando logró abandonar el espacio aéreo iraquí, el coronel desertor tomó altura de nuevo, se dirigió a Turquía y enfiló el morro de la aeronave hacia el Mediterráneo. Su destino final era el estado de Israel, donde le esperaba su familia y un millón de dólares en una cuenta bancaria de Tel Aviv. Cuando la fuerza aérea israelí detectó la llegada de Redfa, un grupo de cazas Mirage despegaron para escoltar al coronel dimisionario hacia una base secreta en el desierto de Negev.
De este modo Israel se convirtió en la primera nación democrática en poseer un MiG-21 soviético, el caza ruso más altotecnológico que protegía no sólo a todos los países tras el Telón de Acero, sino también a los del mundo árabe.
El Mossad había pasado años buscando al candidato ideal para perpetrar semejante hazaña y lo encontró en el coronel Munir Redfa, un sirio de origen cristiano que padecía persecución religiosa por parte de los musulmanes en Iraq. Los servicios de Inteligencia israelíes enviaron a Bagdad a una joven y bellísima agente que sedujo al militar y logró persuadirlo para que se encontrase con ella en París para mantener una relación sexual plena, romántica, cachonda y satisfactoria. El cristiano Redfa acudió a la ciudad del amor más caliente que un concejal de urbanismo en su toma de posesión y allí se encontró con la triste o feliz realidad: no había polvo, pero sí una propuesta interesante; a cambio de un Mig-21 recibiría un millón de dólares y una nueva identidad para él y su familia. El trato no pudo resultar mejor para ambas partes: del coronel Redfa poco sabemos a partir de su deserción (aunque nos lo podemos imaginar) y en cuanto a Israel, por fin estarían magníficamente preparados para sostener un combate aéreo contra sus enemigos (de hecho, gracias a lo que aprendieron del aparato pudieron vencer a las fuerzas aéreas de Siria, Egipto y Jordania en la Guerra de los Seis Días).
La historia de la deserción de Redfa ocupó las portadas de la prensa internacional en 1966. Pero nada se dijo luego de lo que ocurrió con el MiG-21 cuando los israelíes terminaron con él. Sí, es justo lo que está Vd. pensando: la aeronave acabó en el Área 51, donde llegó en mitad de la noche dentro de un avión de carga C-130 de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos.
(CONTINUARÁ)